Un mundo feliz presenta una sociedad futura distópica altamente organizada y controlada mediante la ciencia y la tecnología. En esta sociedad:

Los seres humanos ya no nacen de manera natural, sino que son creados y condicionados en laboratorios mediante ingeniería genética y técnicas de manipulación psicológica.

La población se divide en castas rígidas que determinan el trabajo, el estatus social y la inteligencia.

La libertad individual y el pensamiento crítico están prácticamente eliminados, y las emociones profundas o relaciones auténticas se consideran peligrosas.

El placer, el entretenimiento y la droga “soma” se utilizan para mantener la conformidad y la estabilidad social, evitando el malestar o la insatisfacción.

La historia sigue a Bernard Marx, un individuo que se siente diferente y empieza a cuestionar los valores de esta sociedad. Su búsqueda de sentido lo lleva a enfrentarse a los límites del control social, a la moral impuesta y a reflexionar sobre lo que significa ser humano en un mundo donde la comodidad y la estabilidad se priorizan sobre la libertad y la autenticidad.